Si volviera a tomar una raqueta… ¡No imagino mi infancia ni mi vida sin este deporte! Comencé a practicar a los 5 años, pero me enfoqué con todas mis fuerzas desde los 8, por lo que esta es una frase que ronda en mi cabeza constantemente. Y me lleva a recordar los momentos maravillosos que viví gracias al tenis.
Un poco de mis inicios en el tenis
Crecí en Curicó, una ciudad pequeña ubicada en la Región del Maule. Cuando era niño no habían muchas actividades recreativas pensadas en la infancia, sin embargo no recuerdo que la palabra aburrimiento haya sido parte de mi vocabulario. A fines de los 80’ conocí el tenis, deporte que era muy protagónico en mi familia paterna, en un inicio recuerdo estar sentado mirando cómo jugaban mi papá y mi abuelo. Sin darme cuenta pasé a ser un jugador más en la cancha y se despertó en mí una pasión: el amor por el tenis.
Este deporte ha sido una tradición familiar que ha marcado a muchas generaciones. Mi abuelo Ángel Toral y mi padre Guillermo Toral siempre estuvieron relacionados a la raqueta. Dos hombres muy importantes en mi vida, que de diferentes maneras se transformaron en mis referentes. Sin embargo, gran parte de mis logros se los debo a mi madre, una mujer guerrera y optimista que creyó en mis sueños y me impulsó a luchar por ellos. Me dedicó gran parte de su tiempo, llevándome del colegio a las prácticas pero sobre todo confiando en mí y en el camino que estaba construyendo.
Mi primera gran motivación
En Curicó, tuve la oportunidad de conocer a un entrenador que fue mi gran inspiración: Sergio Sánchez. Un hombre positivo, inspirador y con muchas ganas de fortalecer mis capacidades. Hizo crecer en mí un talento que me despertó el hambre por competir. Esta gran motivación hizo que el tenis pase a ser mi prioridad número uno, junto con todo lo que esto requería; comencé a alimentarme mejor, cuidar mi higiene del sueño y ordenar mis horarios, ya que al estar estudiando debía compatibilizar mis tiempos de manera perfecta.
En una primera etapa, jugar tenis no me divertía ni me llenaba tanto, quería avanzar y ser bueno de inmediato, lo que muchas veces se transformó en frustración. Pero luego descubrí que el camino estaba forjado de pequeños aprendizajes, dándole un sentido profundo a mi experiencia: aprender a ganar y también a perder, intentar ver el lado positivo de mis resultados, hacer amigos con intereses similares a los míos, un abrazo de mi abuelo felicitándome por mi conducta en la cancha, conversaciones con mi padre cuando me sentía sobrepasado, y tantas cosas más.
Cuando este deporte comienza a ser más serio
A los 13 años decidí viajar a Santiago la capital de Chile, ya que al vivir en región mis oportunidades de crecimiento en el deporte se limitaban considerablemente. Dejé a mi familia siendo un adolescente y nunca más volví a vivir a la ciudad de Curicó. A los 17 años viajé en dos ocasiones a participar de torneos en el continente europeo. Allí estuve de manera intermitente, volviendo a Chile en ocasiones, pero siempre supe que este destino era algo temporal.
El no tener un calendario de torneos definido en Europa, hizo que fuera una experiencia psicológica y físicamente dura. No estaba preparado para el nivel esperado. Viajaba día a día para practicar, no me alimentaba bien y no tenía un lugar donde descansar. Fue una experiencia totalmente sacrificada y al mismo tiempo reveladora: ¿Es el tenis lo único que quiero perseguir en mi vida?
¿Mi decisión definitiva? Irme a vivir a los Estados Unidos para así enfocarme en un 100% en el tenis, por lo que me dediqué a buscar alguna beca deportiva que me ayudara a subir mi nivel. Estos deseos hicieron que volviera a Chile a estudiar Inglés y Matemáticas, exigencias mínimas del país para poder ingresar a este y a las universidades. Me preparé por más de 6 meses para rendir la prueba SAT y el TOEFL – el cual pasé en una cuarta o quinta oportunidad. ¿Sentí Miedo? Mucho, pero también tuve la convicción de que lo iba a lograr.
Mi formación académica y deportiva
Cuando finalmente logré aprobar, escogí una carrera y me formé académicamente en The University of Toledo de Ohio, una excelente universidad en todos los sentidos: académicos, deportivos, con excelentes instalaciones y mucho más… Una experiencia increíble. En términos emocionales, fue muy duro dejar a la familia atrás, pero en términos prácticos fue mucho más simple que mi experiencia en Europa; llegaba todos los días a mi habitación, podía alimentarme mejor y estaba en mejores condiciones, en todos los sentidos.
El principal desafío cultural al que me enfrenté sin duda fue el manejo del idioma. Aquí el diccionario se convirtió en mi mejor amigo. Realmente no sabía ni comprar un plato de comida. La necesidad por comunicarme me llevó a activar mi creatividad. Logré familiarizarme con el inglés de una manera muy particular… Me dediqué a transcribir todo el diccionario, logrando así aprender todas las palabras.
En cuanto al deporte, tanto en Chile como en Europa estaba acostumbrado a jugar en canchas abiertas y lentas. En cambio en Ohio, el invierno y la nieve, me abrieron las puertas a aprender a jugar el tenis indoor, en canchas rápidas y cerradas. Fue casi como aprender un deporte nuevo al enfrentarme a una pelota a toda velocidad.
Cuando logro unir todas las piezas
¿Mis mayores logros? Dos momentos. El primero, cuando llegué a la final del torneo nacional en La Serena. Una de las pocas ocasiones en la que este deporte me hizo llorar de emoción, ya que logré estar en el top de Chile y eso significaba que no podía escalar más alto a nivel nacional. Me di cuenta que los sueños por los que tanto había luchado se estaban materializando.
El segundo, cuando gané el torneo “Toledo City Championship”, aquí juegan los mejores jugadores de la ciudad. En esta ocasión logré constatar que estaba en el mejor momento de mi carrera.
Entonces, si volviera a tomar una raqueta me conectaría con mi intuición, me prepararía y mentalizaría para ser el mejor, con la profunda convicción de que los resultados son un reflejo del trabajo y la constancia ¿Si tuviera que dar un consejo? En la vida como en el tenis no necesariamente debes poner tu atención en el futuro, aprender a vivir en el presente y disfrutar el camino hará que puedas ver las posibilidades que tienes en la vida . Así, cuando mires hacia atrás podrás valorar haber estado despierto y consciente de tu entorno. Dueño de tu trayectoria y orgulloso de todo tu aprendizaje.